Nadie llegó
todo pasó
cayó en un abismo
y se destrozó.
No quedó nada
ni siquiera dolor
le extirparon todo
con las manos.
De lo disuelto
sacó valor
porque al tocar fondo
hay nuevos bríos.
Desaparecer,
renacer,
volver a ser
querer hacer
para no perderse.
Para valorarse
y saciarse
en viajes
internos y exteriores.
En el aquí y ahora
esto también va a pasar
y entre ser flor y serpiente
se siembran enseñanzas.
Cuando se sabe
que las tortugas cargan mundos
no puede quedarse uno
en la eternidad.
Entonces,
que la locura nos transgreda
que nos haga escuchar
eso que creíamos dejar
porque se aleja.